Bosque de la china título de la exposición, retoma el lugar de una canción de infancia, -En un bosque de la china, la chinita se perdiO- referencia geográfica imprecisa y lejana, que invita a sumergirse en la ambiguedad de una imagen distante. La condición de perderse está presente ante la desaparición de la línea de horizonte al interior del bosque.

Mi intensión se baso en exploraciones desde el dibujo hacia la escultura, un asunto de desplazamiento, delineando caminos por diferentes momentos gestuales de la línea y la materia. El movimiento gráfico se extiende para tocar el espacio, rodear formas y revelar superficies. Trazos de grafito que moldean el yeso, el papel, la resina o la madera, componiendo un jardín seco, donde lo rocoso y lo acuoso prevalecen como elementos melancólicos de un paisaje interior.
En la búsqueda de referencias geográficas, un proceso abierto y consciente del presente guió mis exploraciones, donde la constancia en el dibujo fue la herramienta para delinear una topografía propia. La insistencia del trazo: una pulsión inquieta, recuerda la dificultad de moverse. Las atmósferas del presente se convierten en la trama y los elementos de la naturaleza surgen en los ritmos gestuales de la línea. Cadencias que sugieren un equilibrio y presagian un desplazamiento.

Retomando las tramas del grabado tradicional, repetición modular de la línea para crear el claro oscuro; y siguiendo la precisión gestual del movimiento fluido de las estampas japonesas, mi dibujo sobrepone gestos contrarios. Entre la fluidez y la torpeza, tramas regulares, líneas compulsivas y manchas de color se entrecruzan. Trazos que danzan a ritmos corpóreos.

Aquí, el dibujo es pensar aillers (en otra parte) a través del tiempo, línea tras línea, punto tras punto, un encadenamiento de ideas que se entrecruzan sin que ninguna de ellas persista. La línea es vacilante, torpe, obstinada; se desplaza, se obsesiona, se agota. Ensaya el terreno a través de una pulsión cartográfica. Se aproxima a la escultura, la envuelve.

Un recubrimiento tembloroso revela la presencia interior de cada objeto. Materiales blandos y moldeables se desdibujan y estratifican. Cortes sedimentarios construyen la forma develando relieves interiores. Formas que parecen estar en desequilibrio por el ensamblaje con zócalos improbables, tensión que aumenta por la fragilidad aparente de la inscripción del trazo sobre la escultura. Objetos que evocan elementos pictóricos propios del paisaje, componiendo así una topografía reconocible.

Inspirada en los jardines orientales, busque resaltar la fragilidad aparente y efímera del paisaje. Una instalación que no deja ver la totalidad de piezas en una sola mirada e invita a la contemplación a través de la marcha a un universo revelado por el lápiz. El cual sigue las sugerencias de Leonardo Da Vinci: para despertar el espíritu, mirar un muro sucio y ver las posibilidades de semejanza con diferentes paisajes, adornados por montañas, ríos, piedras. superficies de yeso que sugieren encontrar y recordar, así mismo como su propia historia se muestra en el dibujo de su estructura.

Al final, un jardín blanco y negro se inscribe en la galería, una escenografía paisajística propone un camino, cuyo recorrido es marcado por el ritual del dibujo sedimentado sobre charcos de yeso solidificado. Alternando diferentes medios, las obras se suceden en el montaje. A través de la prolongación del espacio, la mirada en movimiento circula entre las piezas, para desembocar en la intimidad melancólica de una forma geométrica -a la lumiere forte du soleit- y en el elevamiento vaporoso de una columna rayada -vorágine-.

Junio 2009
École de Beaux-Arts de Paris

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