Hola, soy el Dummy de Elodie. Elodie es mi dueña, quien pagó por mí. Dicen que se enamoró de mi postura al instante, pero ese encantamiento no duró mucho, pues aun sigo a la espera de que me recoja. Mi materia y contrapeso no son fáciles de transportar. Soy frágil y me han retocado varias veces, siempre en la víspera del envío que aún no se ha efectuado.
Pero gracias a esta postergación de casi tres años, hoy soy expuesto en “Nuevas Aperturas: color, tiempo, espacio y materia” en el Museo de Arte y Cultura Colsubsidio, como reflexión pictórica fuera del marco. Una escena en la cual compartir una mirada aterrizada, a pesar del vértigo, en la profundidad de una pintura.
La dirección es austral, mi destino es el sur. Así lo simula mi postura, que confunde mi cabeza con las rodillas en dirección descendente. Es un exceso frontal que arriesga mi equilibrio. Aunque el riesgo donde vivo proviene de la gata negra que me frecuenta. Salta sobre mí, me usa de puente, lugar de diversiones y siestas. Me gusta su presencia, pero para protegerme me anclan a otro mueble por si el salto de la gata y mi peso me cogen ventaja. Las clavadas han sido varias, involuntarias o circunstanciales, es mejor prevenir otro golpe de cabeza.
Sé que ese es mi problema, mi consistencia me hace muy actual, delicado y casi desechable. No obstante me resisto sabiendo que mi materia es reciclada. Además, pertenezco a la categoría de obra de arte. Objeto de contemplación que procura durar en el tiempo, mantenerse intacto para distintas generaciones. Aunque yo como cualquier cuerpo, asumo una existencia terrenal que es permeable al tiempo y requiere de cuidados.
Mi primera puesta en escena invitaba al enfrentamiento, silla frente a silla, desde un estado humilde, mi postura cabizbaja encontraba solidaridad y reconocimiento en quien se sentara enfrente. Un reflejo introspectivo proponía un cara a cara para estar atento a la propia postura.
Con falta de perspectivas, hoy acentúo mi mirada caída, igual a la del narciso que busca su imagen en la superficie líquida. Soy un reflejo de mi propio estado, cada cuerpo tiene su karma, el mío ha sido la espera que mi tumultuosa espalda refleja. Y ante este defecto, me pintaron un lugar de proyección para deslizar el horizonte frente a mis pies. Un lugar para observar mi reflejo y quizás el suyo si se sienta junto a mí. Esto lo escribo para invitarlo a entrar en la escena y compartir la mirada inocente que busca una idea más allá de la pintura.
Con aprecio
Dummy de Elodie