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Después de 10 años retorno a mi libreta: Trazando el I-Ching, una libreta que dibujé desde el 2012 hasta el 2015. Ahora vuelvo a dibujar en la misma libreta junto a mi gata Aika Maria, quien me acompañó en aquel tiempo. Para este nuevo ciclo, consulto el libro y obtengo la última imagen dibujada en ese entonces y la primera del libro: Ch’hien, el Cielo, lo Creativo. El tiempo es cíclico y cambiante.
Una imagen que hace honor al padre, a la energía del tiempo que no se detiene y trae de nuevo las lluvias. Hoy bajo las lloviznas de la tarde, le dimos un último adiós a mi padre.
1 Ch’ien / EL CIELO / LO CREATIVO
El cielo arriba y abajo es la primera imagen del Libro de los Cambios, es el padre, la iniciativa y el principio activo Yang. Es la energía que todo lo origina, la fuerza que crea el mundo. Como a un día le sigue otro y así sucesivamente, la creación surge a través de la perseverancia. El tiempo es el movimiento perpetuo que da forma y constituye el medio de realización constante.
Lo Creativo es la intención del destino que hace que todo ser encuentre su naturaleza. Es la idea que el tiempo define. Ch’ien es el movimiento de las nubes en el cielo que mediante la lluvia hace que la vida suceda.
Es el dragón que vuela.

Trazando el I-Ching es un ejercicio de investigación a través del dibujo del Libro de los Cambios. En el 2011 comencé a leerlo, su solo lectura me sugería paisajes. Era una incitación al dibujo, a la comprensión de cada fuerza mediante la línea producida por el movimiento. En el 2012, en un ejercicio perseverante, como lo sugiere el libro, asumí la rutina de cada ocho días lanzar las monedas sobre la libreta para meditar el hexagrama dado, que por medio de la transcripción y el dibujo, se hacia cercano y comprensible. La descripción de cada fenómeno me fue dando instrucciones gráficas y simbólicas para representar la naturaleza.
El I-Ching, antes que libro, fueron solos trazos: un trazo completo (-), directo, en pleno movimiento, que luego se parte para dar surgimiento a otro trazo flexible y absorbente (- -). Una línea firme y una línea quebrada. Un dibujo que con una sutil variación vira hacia su opuesto y su complemento: como el lado iluminado y el oscuro de la misma montaña. Como la sucesión de día y noche, luz y oscuridad, idea y materia.
Con solo estos dos trazos mutables se representa todo aquello que enmarca nuestra realidad, lo que aparece al subir y bajar la mirada: el Cielo y la Tierra. El marco espacio-temporal donde todo sucede y de cuya polaridad todo se deriva: el Cielo (Yang), como la fuerza que incita y crea; la Tierra (Yin), como la materia que recibe y manifiesta. Estas fuerzas conforman los ocho signos o trigramas, figuras de tres líneas, los cuales se intercalan para adecuarse al tiempo, que en perpetua mutación detallan la intención del momento.
El Cielo, la Tierra, el Trueno, el Viento, el Agua, el Fuego, la Montaña y el Lago son los ocho trigramas que al combinarse forman los 64 hexagramas o figuras de seis líneas. Son imágenes que revelan un estado interior frente a una tendencia exterior. Cada hexagrama es un encuentro, donde las fuerzas se atraen o se repelen, se cooperan o contradicen. Así esta alternancia conforma un complejo orden de transiciones que comprenden el proceso cíclico de la vida misma.
Este sistema de pensamiento surgió en conjunto con la civilización China alrededor del río Amarillo, cuyos inicios datan más allá de 5.000 años. Como un calendario agrícola, el I-Ching se fue consolidando a partir de la contemplación atenta a cada una de las estaciones y de los ciclos naturales representado en las posibilidades del trazo y sus variaciones. Así se establece un orden basado en lo real, en lo sensorial, que permite el develamiento del destino a través del ritmo natural.
La consulta al I-Ching sacia la inquietud latente por el tiempo y nos propone la distancia justa, aquella del paisaje, la del sujeto frente al entorno para divisar el interior frente a las circunstancias externas y poder así corresponer al momento presente. Una imagen capaz de sincronizar preguntas y hechos como un encuentro de fuerzas que dan razón al cambio como única forma de evolución y aprendizaje.
La gracia de la impermanecia hace todo posible.