Política Interior, es una video instalación en la que las manos se encuentran y se proyectan, generando un diálogo entre opuestos: izquierda y derecha; ducto y maleable; orgánico y artificial; simetría y defecto. La proyección sobre una mesa permite que el cuerpo del espectador se refleje y por tanto se encuentre con la imagen en movimiento. El contacto entre el brazo real y su representación en barro maleable genera una danza de repetición, seducción, dirección, recepción y, sobretodo, poder, cuestionando un cuerpo social que si bien muchas veces tira hacia costados distintos, realmente encarna los dos lados de un solo cuerpo. Esta relación entre activo y pasivo –derecha e izquierda–, ocurre también en la materia al ser esta moldeada por un cuerpo ajeno, y ocurre también en el paisaje, al ser este modificado, reconstruido y resignificado como una circunstancia de la contemporaneidad.

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