Grafito y óleo sobre papel

Las montañas son muchas alrededor del planeta tierra, vienen de mucho más abajo del mar, de profundas placas tectónicas que edifican el globo, son las terminaciones de la estructura ósea de la tierra. Las montañas son eminencias topográficas término técnico para nombrar las montañas. Es la sedimentación de miles y millones de años, son residuos acumulados y proyecciones de estructuras internas. Son cúpulas de aguas glaciares y picos que penetran el cielo. Son volcanes que elevan la tierra con sus expulsiones, son magmas endurecidas que intentan tocar el cielo. La montaña es un terreno elevado que otorga un grado honorifico sobre un campo cualquiera. Son límites, murallas, cordilleras, macizos y muchas veces parecen islas, cabezas o seres. Normalmente se agrupan y crecen juntas encadenadas por vertientes y cumbres.

Cada pueblo posee su montaña, el centro de su universo, el corazón de su territorio. La montaña es una de nuestras imágenes más antiguas de una divinidad… Aún más antigua es quizá la montaña como diosa madre de Asia Menor y la India. La montaña es el trono desde donde gobierna y protege, sentada, inmóvil y eterna. Su nieve fundida y su lluvia bajan por la ladera de la montaña fertilizando todo. (Símbolos, Taeschen, p. ). Para el I-Ching, la montaña es el símbolo del aquietamiento, la inmovilidad y la meditación. Es el obstáculo que detiene para la reflexión, es la retención que permite apreciar el movimiento. Es la historia de la tierra sedimentada en sus laderas.

Como asegura Rogers, a pesar de que la imagen de la montaña surge tardíamente dentro de la idea de paisaje en Occidente, en la mayoría del globo estas eminencias topográficas se les otorga cualidades míticas, pues son concebidas y reverenciadas como seres, divinidades o lugares sagrados. El monte más alto de la antigua Grecia, el monte Olimpo, la casa y el panteón de los dioses griegos. Del monte Sinaí baja Moisés la diez mandamientos, fundamentos de la religión judeocristiana. A lo largo de los andes, las montañas son para el pueblo quechua entes místicos que recogen las lluvias, crean el clima, aportan fertilidad al suelo y abundancia a los campos o, su ira, desatan la destrucción y el caos, desencadenado terribles tormentas o heladas que puedan acaba en un momento con el trabajo de un año (Wade Davis, Los guardianes de la sabidurías ancestral, p 105).

Cada comunidad en la parte meridional de los Andes todavía es dominada por una montaña-deidad-protectora específica, el Apu, un espíritu que dirige el destino de quienes nacen a su sombra. Así, cada paso que dan aún hoy en día, lo hacen transitando a través de un paisaje que consideran sagrado. … Pachamama, la Madre Tierra y los Apus cuidarán de su pueblo siempre y cuando este a su vez los trate con el debido cuidado y reverencia. (Davis, p 106).

El Himalaya, el macizo montañoso más alto y amplio del mundo, es territorio sagrado para los tibetanos, hindúes y jainistas pues es el lugar donde nacen tres de los mayores ríos del planeta. Hay montañas tan sagradas, que no se pueden recorrer ni ocupar, como el monte Kailash. También hay montañas que son lugares de peregrinajes, de ofrendas, de pagamento, como el Aconcagua en los Andes, el cual pertenecía a los territorios incas precolombinos, muchos de los peregrinajes los hacían subiendo hasta 6.500 mts, donde se encontraron vestigios de ofrendas con niños a sus cimas.

Esta la Sierra Nevada de Santa Marta, corazón de la cultura Arhuaca, Kogui y Aiwa en el norte de Colombia. Esta montaña es la más alta en cercanía con el mar, la cual según la mitología indígena de los descendientes de los pueblos Tayrona, es el corazón del mundo. Comunidad y territorio protegido de la colonización, gracias al difícil acceso a través de la selva que rodea la montaña. Según su mitología, son ellos, su pueblo, los encargados de guardar y proteger el corazón del mundo, quienes conservan el equilibrio y la fertilidad de la vida.

La montaña es una reflexión entorno al paisaje no solo desde la distancia contemplativa del observador, sino también desde la experiencia al interior del recorrido. Recorridos hechos alrededor de un territorio especifico (Volcán nevado el Ruiz, Colombia), pero también a través del ejercicio de representación donde el tiempo pueda abrir el relato del quehacer pictórico y del montaje en video. Me interesa prestar especial atención a cómo surge la imagen a través de capas de sedimentación, que al igual que el paisaje se acumulan gesto tras gesto, paso tras paso, imagen tras secuencia.

Partiendo desde una mirada romántica al entorno que busca acortar la distancia con la naturaleza, busco emplazar problemáticas de orden geográfico y documental para expandir mi reflexión sobre el paisaje en un territorio concreto. Y de esta manera sugerir una narración donde la experiencia revele concepciones simbólicas para asumir la naturaleza parte de nuestro territorio. Una excusa para entrelazar mi vida a esa montaña. Y quizás así volver a nociones ancestrales que conciben el territorio parte del propio cuerpo.

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